25 de mayo. Acto electoral. Ateneo Pedro A. García Bilbao. Candidato a Vocal 2º

Estimados consocios:
Quisiera ante todo dar las gracias a todos los socios que componen la Junta Electoral y al personal de la institución que hacen posible con su dedicación y trabajo este momento de debate y, espero, de reflexión que llamamos debate electoral. Cuando los socios, candidatos o no, toman la palabra y abordan cuestiones sobre el presente y futuro de la institución es cuando el Ateneo se piensa a sí mismo, hace balance y da forma a sus esperanzas. Esta es una de las señas de identidad de esta sociedad que tiene por norma decidir colectivamente mediante la palabra y el debate cómo ha de desarrollar su vida y actividad.
Esta forma de gestionarse que tiene el Ateneo desde su fundación se perfila además con algunas otras características que la han hecho única. La gestión del Ateneo es colegiada desde siempre, es decir, no es presidencialista. Esto es, los cargos de gobierno son electos de forma personalizada lo que unido al sistema devoto abierto con listas no bloqueadas hace las Juntas de Gobierno o las mesas de Secciones puedan tener una composición plural y que cada cargo deba revalidar su puesto en urnas regularmente. La cuestión de agruparnos en candidaturas con nombres más o menos evocadores es un añadido que ayuda a orientarnos entre todos, pero no es una norma. No es cuestión ligera que cada cargo deba ser votado. Significa que el presidente es uno más, significa que desde el vocal segundo hasta el presidente pasando por todos los demás son fruto del voto directo de los socios. Este sistema nuestro es democrático y colegiado, no presidencialista.
Les pondré un ejemplo. En el modelo constitucional español vigente, la presidencia del gobierno es por votación del Parlamento, no por voto directo. ¿saben por qué? Porque España es una monarquía, y de votarse la presidencia del gobierno quedaría abonado un conflicto de legitimidades con la figura del Rey que, obviamente no es votada. Ese es el motivo de la elección indirecta. En el caso del Ateneo, el presidente es votado, pero todos los cargos de gobierno también, al objeto de que cuenten cada uno de ellos con la misma legitimidad propia que la del presidente.
Asunto diverso es la auctoritas que acompaña entre nosotros a la figura del presidente, tradicionalmente alguien con prestigio intelectual y proyección social que nos representa a todos en el exterior y tiene unas funciones medidas en el interior. Auctoritas que se reconoce, pero que en nuestro sistema, exigía ir acompañada de la coherencia y responsabilidad una vez en el cargo. Esta es la razón última de los mandatos de dos años, la exigencia de revalidar la gestión y el proceder de forma periódica. Reconocimiento de la auctoritas, pero también exigencia máxima con la dignidad en su ejercicio.
Un presidente ha de serlo de todos. Debe pretenderlo y dar muestras de ello. No debe poner en duda la dignidad o la imagen de la institución, debe buscar el entendimiento, pero sobre todo debe proteger y respetar el marco de funcionamiento interno que asegura los derechos y los deberes de todos los socios y el funcionamiento de la institución.
Mírense a ustedes mismos. ¿Han olvidado que el Ateneo no es presidencialista? ¿Alguien entre los presentes ha hecho dejación de su propia dignidad y traspasado su mandato directo salido de los votos al presidente electo junto a él, plegándose a su hipotético capricho? Quien tal hiciera estaría demostrando no estar a la altura de la condición de socio del Ateneo. Casos ha habido. No quisiera yo pensar que eso puede darse hoy.
Hago estas reflexiones, que por otra parte son cosa sabida para quienes mejor conozcan nuestra institución, por un motivo que a nadie se escapará. No solo estamos ante una elección de cargos institucionales.
Estamos ante una propuesta de cambio radical de nuestro reglamento. Tan radical que en la práctica supone en su literalidad la transformación de esta institución en otra, también asociativa, también democrática quiero creer, pero que tendría, de aprobarse, otra lógica y límites, ya no sería el Ateneo cuyo doscientos aniversario formal se celebrará en 2035.
Hasta tal punto es así que me atrevo a decir que la elección de cargos para la Junta de Gobierno pasa a un segundo plano. ¿Qué es reelegida la mitad de la Junta saliente? Pues muy bien. Sería como fruto del voto del socio. Pero con el reglamento vigente, dentro de unos meses tendremos elecciones a Secciones, en un año, a la mitad de la Junta y en dos años a la otra mitad. Es decir, los electos el día 30 deberán defender su gestión, explicarse y dar cuenta pública de su gestión dentro de un sistema que, como he recordado, no es presidencialista.
Pero ocurre que no es eso lo que se nos plantea. Se pretende reducir las posibilidades de control democrático y los momentos de dar cuentas. Se quiere blindar al poder de gobierno de la Institución frente al socio. ¡Se vota demasiado! Nos dicen. ¡No se puede estar de asamblea continuamente! Nos dicen.
Esta propuesta de cambio radical ya ha sido planteada en urnas hace solo unos meses. La volvemos a encontrar de nuevo ahora. Cabe preguntarse las razones de tal insistencia. Al tiempo que quienes la impulsan dicen que los que se oponen son una minoría exigua, el voto del socio les devolvió la propuesta que ahora nos vuelven a poner en la mesa. ¿No se ve la impostura de este proceder? Como no gustó el sentido del voto, se vuelve a insistir a la siguiente ocasión. Cuando el intento de ahora sea rechazado de nuevo, ¿tendremos uno nuevo en otoño o em mayo del año que viene?
El Ateneo necesita cambios. Somos los primeros en reconocerlo, pero lo que no necesita es menos control democrático ni menos rendimiento de cuentas.Sobre la razón de los cambios en la duración de mandatos no cabe la especulación. Se ha escrito en prensa pública por persona que hoy concurre a reelección, que tal cuestión era una condición puesta por Grandes Empresas para poder considerar patrocinios de envergadura con el Ateneo. Parece increíble, pero esto ha sido dicho y escrito. Nuestra institución con su normal proceder, no ofrece a lo que se ve, suficientes garantías de estabilidad en los mandatos como para ser patrocinada a cierto nivel. Es obvio que si se permite que nos dicten desde fuera la forma de gobernarnos, el paso siguiente es dictarnos de qué se puede hablar y de qué no en el Ateneo.
¿Es que no tienen ustedes vergüenza?
¿No han podido llevar adelante en estos dos años su mandato de gobierno en el Ateneo con provecho y en el actual marco reglamentario? ¿No les es suficiente? ¿Es demasiada carga? ¿Demasiada exigencia tener asambleas de control y mandatos de dos años?
Este no es nuestro caso.
Los socios que estamos por lograr una estabilidad democrática del Ateneo, que hace ya unos años hemos ido convergiendo en una propuesta de gobierno que ampare a todos, gestione la institución con dignidad y permita ele ejercicio cotidiano de su actividad, no queremos eludir ningún mecanismo de control ni de gestión de cuentas.
El Ateneo es cosa de todos: Hemos llegado como institución a esta orilla con los aciertos de todas las administraciones anteriores, pues en todas ha habido aciertos; los errores también son parte del legado que hemos de gestionar en el presente. El primer deber es aprender de unos y otros.
Quien les habla fue miembro de una Junta de Gobierno que hubo de afrontar el peligro real de una quiebra, una situación heredada que se agravó por cuestiones coyunturales del momento que vivía España con los recortes. Les confieso que el peso que sentí en aquellas semanas no se lo deseo a nadie. Pues bien, confieso hoy que estoy muy orgulloso de haber formado parte de la solución a aquel desafío, de haber sabido ayudar a resolverlo. Recuerdo la visita que hicimos el socio sr. López Arribas y un servidor a una institución bancaria para intentar lograr que se renovase una línea de crédito que nos era vital en aquellos días. Recuerdo que en aquella Junta elaboramos un plan de salvamento institucional que pasamos por urnas y que fue aprobado por una amplia mayoría. ¿Y saben qué? Tuvimos éxito. Hoy estamos aquí, es la mejor prueba de lo que afirmo.
El Ateneo no necesita cambiar de modelo, ni de estructura interna. Lo que hace que seamos un Ateneo y no un club, ni tampoco una fundación de un Banco es precisamente lo que nos hace únicos. ¿Cuantas instituciones asociativas con doscientos años de antigüedad hay en España? ¿Cuantas tienen dos mil socios, elecciones anuales y cientos de votantes en ellas? ¿Cuantas han sobrevivido vivas y activas? La nuestra es una historia de éxito. El Ateneo Científico Literario y Artístico de Madrid es una sociedad viva y democrática, basada en el compromiso moral y activo de sus socios. Somos una institución privada, de iguales, participativa, con un ideal de servicio a la Nación y la extensión del conocimiento. Para el Ateneo, convivir en sus espacios, aprender y compartir en sus aulas y abrir sus salones al pueblo es algo esencial, matricial, perdonen que no diga ADN, no estoy por esos abusos semánticos.
Si el día 30 somos electos, tengan la seguridad de nuestro compromiso moral y efectivo con un gobierno colegiado al servicio de la Institución, donde a nadie se marginará y que hará cuanto esté en su mano por garantizar los derechos y obligaciones de todos, el marco institucional y la función social de esta Casa.
Os pedimos sinceramente vuestro voto a nuestra candidatura, y también, tal vez debiera decir sobre todo, que votéis NO a la propuesta radical de cambio de reglamentos e identidad del Ateneo que se nos hace.
El Ateneo lo que necesita es lealtad a su proyecto histórico. No somos los únicos que la tienen. Por eso confiamos en el futuro del Ateneo. Muchas Gracias
Categorías:DEBATES REGLAMENTO, Elecciones 2023, Pedro A. García Bilbao


1 respuesta »